El maridaje entre
el vino y la comida es el proceso de casar metafóricamente
a un alimento con un vino con la intención de realzar el placer de comerlos.
En muchas culturas el vino ha sido
considerado un alimento básico en la mesa, y de alguna manera tanto
la producción como las tradiciones culinarias de una región han
evolucionado conjuntamente a lo largo de los años. Más que seguir una serie de
normas, las tradiciones culinarias lugareñas simplemente se combinaban con los
vinos de la zona. Así, el arte de combinar los alimentos es un
fenómeno relativamente nuevo y moderno que mueve a la industria editorial y a
los medios de comunicación mediante publicaciones sobre el maridaje del vino y
la comida.
En el ámbito de la restauración, el sumiller normalmente
es el encargado de recomendar las combinaciones de comida y vino a los
comensales. El concepto principal tras el maridaje reside en que ciertos
elementos que se encuentran en los alimentos y en el vino, como la textura y el
sabor, reaccionan de manera diferente al mezclarse; y encontrar la combinación
adecuada de éstos hará del comer una experiencia más placentera para el
paladar. La máxima del maridaje es crear sensaciones nuevas, tanto en la
degustación del vino como de la comida con la que lo acompañamos.
La palabra maridaje es polémica en
sí, ya que muchos ven con cierto recelo, la similitud entre el matrimonio y
esta palabra. Otros expertos, críticos y aficionados prefieren los
términos "armonía" o "acorde".
Reglas generales
Los vinos suelen ser el complemento
perfecto de la comida; y cada plato debe ir acompañado por una clase de vino en
particular. Las reglas generales de combinación son las siguientes:
·
Los vinos
generosos acompañan bien un aperitivo.
·
Los vinos
tintos ligeros (jóvenes) acompañan muy bien al cordero asado, a la carne de
ternera, a la de ave, las pastas, las verduras, la paella, los embutidos, los
huevos fritos, el jamón y las sopas con base de carne.
·
Los vinos
tintos de cuerpo (crianza, reserva, gran reserva) van muy bien con los guisos y
los estofados, el buey, los platos a base de caza, las legumbres, y los quesos
fuertes y fermentados.
·
Los vinos
blancos secos ligeros son complemento perfecto de las ostras, la langosta a la
plancha, los langostinos, las gambas, los cangrejos de río y los mariscos en
general.
·
Los vinos
blancos secos son los acompañantes ideales de los calamares, los pescados
cocidos en general, los fritos o asados, el centollo, la langosta cocida con
mayonesa, el jamón, las chuletas de cordero, los caracoles, las sopas con base
de pescado y los huevos.
·
Los vinos
dulces son excelentes para acompañar los postres con chocolate, los hojaldres y
los bizcochos (el foie-gras puede acompañarse por un vino blanco dulce tipo
"sauternes").
·
Los cavas
pueden utilizarse a lo largo de toda la comida con independencia del plato,
debiendo ser preferentemente muy seco (tipo "brut").
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