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viernes, 15 de enero de 2016

LA EXPERIENCIA EMOCIONAL EN UN RESTAURANTE

Fuente: www.gestionrestaurantes.com
Fecha: 5 MAR, 2014
Autor: Francisco Font. Adqualitatem
Entendemos como marketing experiencial aquel que gestiona la oferta de un producto o servicio teniendo en cuenta las vivencias emocionales que proporciona su utilización por parte del consumidor/usuario. Hoy en día los restaurantes no solo tienen en cuenta variables como las diferentes líneas de productos (product mix), sus costes y beneficios, sino que su objetivo es que exista una comunicación emocional entre el producto o servicio, su consumo y el consumidor. Se trata de complementar la racionalidad del marketing tradicional con el análisis de  comportamientos más impulsivos y emocionales.


Hablamos de un marketing sensorial que involucra a los cinco sentidos, afectando sus percepciones y condicionando las valoraciones y hábitos de los consumidores. 
Ante ofertas gastronómicas similares, lo único que nos puede diferenciar de los otros establecimientos es el poder ofrecer una adecuada estimulación sensorial a nuestros clientes con el fin de ofrecer experiencias gratificantes y así obtener una cierta ventaja competitiva.

La creación de una atmósfera que produzca una serie de reacciones específicas como curiosidad, excitación, relajación,… puede potenciar las posibilidades de consumo en nuestro restaurante. Algunos factores que influyen en la creación de un determinado ambiente son:
Factores visuales: colores, luces, diseño,… La vista es uno de los sentidos con mayor impacto en la restauración. Es importante conocer que gamas de colores son las adecuadas para nuestro restaurante. Los colores rojos, naranjas,… estimulan el apetito y son muy característicos de establecimientos con una clientela mayoritariamente adolescente. El rosa es un color atractivo, ideal, junto al amarillo, para los salones de té o pastelerías. El color verde se asocia a los sano y natural, nos proporciona un toque de frescura, ideal para restaurantes vegetarianos. El color azul nos transmite profundidad,  confianza, serenidad y el negro sobriedad, calidad. Utilizamos el blanco en espacios como la cocina, donde queremos dar una sensación de limpieza.
Otras consideraciones muy importantes como: el diseño de la circulación en el interior de la sala, la distribución y organización de las mesas, el estilo del  mobiliario, la decoración, la intensidad de la luz…, son claves para lograr tanto la comodidad del cliente como la del personal que trabaja en el establecimiento.
Factores sonoros: ruidos, música ambiente,… El impacto de la música en el consumidor está demostrado que influye en su comportamiento en el momento de venta o consumo. Es importante que esta tenga una conexión con nuestra oferta gastronómica y que sirva de apoyo a los diferentes estados emocionales que provocan nuestros platos. 
Por ejemplo, la música clásica aumenta la sensación de calidad del producto o servicio que ofrecemos  y una música pausada, a bajo volumen, dilata el tiempo de permanencia en nuestro local y por consiguiente el posible aumento de la ventas. 

En el polo opuesto,  los bares bulliciosos y con niveles sonoros elevados  hacen aumentar el consumo de bebida.

Factores olfativos: artificiales, olores naturales,…Tenemos una memoria olfativa bastante persistente en el tiempo, reconociendo olores que nos son familiares. Muchas veces asociamos ciertos aromas a determinados restaurantes identificándolos inmediatamente.
Debemos tener en cuenta que las sensaciones olfativas de hombres y mujeres son distintas, siendo ellas las que presentan una mayor sensibilidad.

Factores táctiles: menaje, temperatura de la sala,… En nuestro restaurante aspectos como la comodidad de la silla, la textura de los manteles, la suavidad de las servilletas, la finura del cristal de las copas,… y una temperatura de confort adecuada, son necesarios para lograr una agradable sensación de bienestar.
Factores gustativos: sabores,  texturas,…. Es el sentido que recibe todas las influencias de los otros cuatro. El olor de la comida, el tacto de su textura al probarla, la visión de la presentación de un plato e incluso el sonido de una carne puesta a la parrilla o el de una cazuelita de pescado, afectan la percepción final del gusto de los alimentos.
Hemos de tener en cuenta otras variables que configuran, junto con los sentidos, una buena o mala experiencia:
Las relaciones que se establecen en una comida o cena: familiares, de empresa, reunión de amigos,…..
La interrelación entre los diferentes comensales, con diferentes papeles sociales, diversidad de identidades, pertenencias a grupos distintos, influencias interpersonales,… son aspectos determinantes para lograr una buena experiencia.
Sentimientos personales de amor, enojo, alegría, tristeza, descontento, optimismo… son inherentes a la persona y deben tenerse en cuenta a la hora de ofrecer nuestros productos o servicios. No obtienen el mismo el valor de experiencia una pareja que acuden a nuestro establecimiento para disfrutar de una cena romántica, que los empresarios que asisten a una reunión de trabajo en la que es posible que se den situaciones de cierta tensión.
Por otra parte, cuando los clientes estén a nuestro establecimiento, debemos de llevar a cabo una serie de procesos que ayudarán a crear una buena experiencia.
  •  Solventaremos una situación incómoda, como puede ser la espera de los platos, con el ofrecimiento de un pequeño aperitivo. De esta manera buscamos disminuir el posible descontento del cliente.
  • Ofrezcamos sensaciones positivas al final de la comida/cena. El cliente retiene  las sensaciones agradables del último momento y tiende a olvidar posibles malas experiencias que se hayan producido al principio.
  • Mantengamos costumbres del establecimiento como puedan ser el invitar a una copa de cava,  el obsequio de una pequeña caja de bombones,… El cliente lo valora como un reconocimiento a su fidelidad.
Es importante analizar nuestro negocio y conocer los diferentes valores de consumo: sensoriales, emocionales, sociales,… para poder estructurar la experiencia que deseamos ofrecer en nuestro establecimiento, analizar todas sus variables y potenciar aquellas que nos ayuden a crear un sistema que logre la satisfacción integral de los clientes.

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