Autor: EDITH PARDO SAN MARTÍN
Fuente: RevistaProtocolo.com
¿Se ha preguntado usted, amigo lector, cuál es el origen de la servilleta?
Le invito a realizar un viaje al siglo XV para conocer una de las grandes preocupaciones de un visionario: Leonardo da Vinci. He aquí el nacimiento de la servilleta.
Durante la temporada en que fue Maestro de Banquetes en la Corte de Sforza, Leonardo da Vinci, mostró gran preocupación por la suciedad que los manteles mostraban luego de las comidas ofrecidas en el palacio.
Era costumbre en casa del Señor Ludovico, de amarrar conejos adornados con cintas a las sillas de los convidados a su mesa, de manera que pudieran limpiarse las manos impregnadas de grasa sobre los lomos de los pobres animalitos.
Esta costumbre, así como la que tenía el Señor de limpiar su cuchillo en los faldones de sus vecinos de mesa, no era del gusto de Leonardo que se preguntaba ¿por qué no puede, como las demás personas de su corte, limpiarlo en el mantel dispuesto con este propósito?
Pero al inspeccionar los manteles, luego que los comensales abandonaban la sala de banquetes, hallose contemplando una escena de tan completo desorden y depravación, más parecida a los despojos de un campo de batalla que a ninguna otra cosa y consideró que su labor prioritaria, antes que pintar cualquier caballo o retablo, era la de dar con una solución.
Dio con la solución, proporcionando a cada comensal su propio paño que, después de ser ensuciado por sus manos y cuchillo, podría plegar para de esta manera no profanar la apariencia de la mesa con su suciedad.
Así lo hizo, una noche presentó la mesa con lienzos individuales colocados frente a cada comensal, con diferentes diseños de doblado, algunos tenían formas de pájaros, flores y palacios que él mismo había creado. Sin embargo, para gran desilusión del maestro, ningún invitado supo cómo usarlos...
Pietro Alemanni, embajador florentino en Milán relata lo sucedido en aquella velada: “Algunos se dispusieron a sentarse sobre él. Otros se sirvieron de él para sonarse las narices. Otros se lo arrojaban como un juego. Otros aun envolvían en él las viandas que ocultaban en sus bolsillos y faltriqueras. Y cuando hubo acabado la comida, y el mantel principal quedo sucio como en ocasiones anteriores, el maestro Leonardo me confío su desesperanza de que su invención lograra establecerse".
Luego de este relato, podríamos suponer que Leonardo da Vinci incurrió en un error de comunicación, pues si le hubiese informado a “su señor” cuál era la finalidad de ese trozo de tela y cómo usarlo se habría ahorrado la mencionada decepción.
Regresando al siglo XXI
La servilleta, vocablo proveniente del francés serviett, tiene una finalidad muy concreta, ya sea que se la coloque en una mesa formal o informal, no es un elemento de decoración más.
Además de utilizarla en la mesa, también conviene acompañar una copa de vino o espumante, un cocktail o cualquier otro tipo de bebidas hasta una taza de té o café o un simple vaso con agua con una servilleta adecuada en textura y tamaño.
Generalmente, las servilletas forman parte del juego de mantelería, es decir, son del mismo color y tejido que el mantel o los individuales que se colocan en cada ocasión. Pero atención, siempre deben ser de telas absorbentes sin “perder pelusa”, ya que ésta quedará indudablemente adherida a las prendas de los comensales.
Si disponemos de individuales sin servilletas que los acompañen, entonces, lo conveniente es elegirlas de color neutro que combinen con el arreglo general de la mesa, pero nunca suplantarlas por las de papel.
Este tipo de servilletas son ideales para reuniones numerosas, recordemos que si invitamos a nuestra casa a un reducido número de amigos siempre colocaremos servilletas de tela.
En el caso de las servilletas de papel, es ideal optar por unas de buena calidad. En el mercado, las podemos encontrar con múltiples diseños y sin dudas hallaremos el adecuado para el tipo de reunión que estamos organizando. Recuerde no utilizar las servilletas promocionales de papel que proveen las empresas de catering, esas envíelas al cajón del olvido.
Cuando asistimos a una comida, en una casa de familia, el anfitrión o anfitriona es quien primero toma la servilleta siendo ésta es la señal para que los demás comensales hagamos lo mismo.
En un restaurante o cuando concurrimos a una fiesta, lo primero que haremos al sentarnos a la mesa, es tomar la servilleta y colocarla sobre nuestra falda sin desplegarla completamente. Está totalmente prohibido usarla como babero.
Durante el transcurso de la comida, la servilleta no se usa para otro fin que no sea para limpiar la boca antes y después de beber o para quitar un pequeño resto de comida de los labios.
Si se le cayera al suelo, no la levante. ¿Qué hacer entonces? Solicitarle, discretamente, al camarero que le proporcione una servilleta limpia.
Existen diferentes tipos de medidas de servilletas, por ejemplo: las de cocktail suelen ser de 12 x 22 cm; las de té de 25 x 25 cm; las de desayuno de 30 x 30 cm y éstas pueden ser reemplazadas por las del almuerzo que son de 40 x 40 ó 50 x 50 cm.
Las servilletas deben ser todas iguales. No resulta elegante colocar en los sitios que ocuparán las señoras, una pequeña servilleta colorada para que no se note el lápiz labial al limpiarse la boca. En la actualidad, existen excelentes productos de limpieza capaces de quitar hasta la mancha de rouge más rebelde.
No existe ninguna regla escrita que nos indique cuál es el lugar que la servilleta ocupa en el armado de la mesa. Por tal razón, es aceptable colocarla –siempre doblada en cuatro o en forma de triángulo- sobre el plato, a la izquierda de éste junto a los tenedores o bien a la derecha del comensal. Si la servilleta tuviera un monograma o bordado, lo ideal será que el doblado de la misma permita lucirlo.
Jamás deberán ser introducidas dentro de las copas ni realizarles artísticos dobleces, pues la servilleta debe ser manipulada únicamente por quien va a utilizarla. Los dobleces de “fantasía”, implican que quien los realizó haya tenido que manipularlas hasta lograr la figura final afectando la higiene y pulcritud debidas.
Los servilleteros se usan exclusivamente en nuestra casa, una vez que nos sentamos a la mesa quitamos el aro que sujeta la servilleta y lo dejamos a nuestra derecha durante toda la comida sin jugar con él. Nunca deberán ser integrados al arreglo de las mesas formales o de restaurantes.
Si por cualquier circunstancia debiéramos levantarnos de la mesa, dejaremos la servilleta ligeramente plegada a la derecha del plato. Por ningún motivo, debe ser depositada sobre la silla, pues como dijimos anteriormente el uso correcto de la servilleta es para limpiar los labios y no para reservarnos la silla, puesto que la silla ha sido diseñada únicamente para depositar una parte de nuestro cuerpo…
Al finalizar la comida, la servilleta no se pliega como la encontramos al comienzo, sino que se deja de manera natural a nuestra izquierda pero sin hacerla un bollo. Si hemos tomado algún alimento o bebida que la han manchado en exceso, cuidaremos de no dejar la mancha a la vista.
En la historia, otros usos se le han dado a la servilleta. Pablo Picasso solía dibujar en ellas durante las comidas. Se ha dicho también que Federico García Lorca utilizó una servilleta para dedicar un texto escrito en gallego a Betanzos.
A diferencia del gran Leonardo, no existe prueba fehaciente del misterioso poema del autor granadino.
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